lunes, 25 de julio de 2011

Relato de la Profecía Auto-cumplida


Prólogo para tranquilizar a la familia:

Los hechos y relatos de la siguiente historia son meramente ficticios por lo que cualquier semejanza con la realidad es PURA coincidencia.  Aunque por cierto, esconde su parte verdad que le da ese toque místico de inspiración que hace que las palabras fluyan y se conviertan en lo que sería un relato de Profecía Auto-cumplida. No soy la mujer de la Historia y no quisiera serlo, pero si acaso alguien notara que me comporto de esta manera, hágamenlo saber antes de que levante un cartel de ayuda cuando nadie esté en condiciones de bancar semejante carga emotiva. Háganlo no solo por mi, sino por el bien de todos los que me rodean...  M.R.

                     
Siempre fui una persona desconfiada, anticuada, presionada por la edad, con pocos amigos y sin ganas de nada. Me dediqué a cuestionar la vida de los otros creyendo que la propia era lo único que estaría bien en esta sociedad enferma. Siempre estuve de acuerdo con mi familia que convertirme en doctor y comer sano, sería lo más útil que podía hacer en este mundo en contraste a tantas carreras de gestión que le regalan el título a la gente para invertir en el desarrollo de empresas chatarras ¿Cuándo tomarán conciencia los otros que la comida servida en lugares públicos nos envenena el cuerpo? ¿Sabe acaso aquella mujer que su sobrepeso hace que el índice de obesidad aumente en la Argentina?
Siempre pensé en la mediocridad de la gente que dedica horas frente al espejo y se maquilla para salir. ¿Maquillaje, yo? No gracias, eso afecta a mis poros y no hace más que ensuciarme la piel. Si un hombre me quiere, tendrá que hacerlo con mi pelo sin teñir, mis uñas sin pintar, mi cara lavada y mis hawaianas de goma que por su práctico material, no resbalan.
No tengo muchos amigos, los que tenía se marcharon o simplemente se casaron por conveniencia social. Hasta esa chica fea de la que tanto me reía un tiempo atrás, hoy está en pareja.  Pero bueno, la vida es así, a veces Dios le da pan al que no tiene dientes y a los que hacemos dieta, nos deja un paso atrás.
Confieso que me costó mucho llevar adelante mi carrera profesional, de hecho jamás tuve la posibilidad de que la vida me de oportunidades para desarrollarme como sí se la dio a otros. Mientras estudiaba, trabajaba de lo que no me gustaba para ganarme la vida: nunca nadie encuentra un trabajo de lo que estudia, el que lo hace, esta dispuesto a perder plata y el que gana bien, esta acomodado o encontró un empleo en una empresa que lava dinero y paga buenos sueldos a su personal. Claramente, yo no estoy para recibir limosnas ni llevarme de arriba dinero sucio que las empresas de hoy suelen dar a su gente.  
Me acuerdo que le comenté a una amiga que necesitaba trabajo y por primera vez me sentía libre y capaz de mantener sola mis estudios. Cabe aclarar, que el trabajo no me gustaba, pero mi objetivo era recibirme por lo cual si tenía que estudiar,  apenas atendía el teléfono, postergaba mis quehaceres diarios, colocaba mis apuntes sobre el escritorio y no me presentaba en la oficina cuando daba un final.  “Es mi derecho” y además mi obligación: estudiar.
Pero mi amiga me traicionó, un día me dijo que toda la oficina cambiaría de lugar sus instalaciones y ya no trabajaríamos en Capital Federal. Me informó que el contrato se terminaba, pero había una posibilidad en el nuevo lugar… “que mediocridad la suya”,  pensé y sin más le dije: “¿Acaso crees que yo me voy a ir a trabajar a la loma del quinoto? No, gracias”, por supuesto no acepté su oferta.
Toda la oficina mudó sus instalaciones y yo no podía creer lo que pasaba, además para colmo, me volvieron a preguntar si estaba segura con la decisión que tomaba. Parecía que me tomaban el pelo: no solo tenían cara para ofrecerme un empleo como el que me dieron, que tarde o temprano se terminaría con la mudanza de las instalaciones, sino que además me estaban ofreciendo un puesto que no me interesaba. Realmente aproveché la situación para decirle a mi amiga que ella y su equipo eran unos descarados y que por este motivo, no iba a volver a verla nunca más ya que este tipo de cosas no se hace cuando uno tiene una relación de amistad.
Me desubiqué bastante con esta situación y no supe como pedir disculpas. Igual no me interesaba, me pude recibir y la vida siguió su curso, pero ya saben como es esto: la sociedad le paga muy mal a los especialistas, además la gente no se interesa  por su salud y los casos que me derivaron, mejor perderlos que encontrarlos.
No entiendo como la vida es tan injusta. Ahora trabajo en el área en la que estudié pero necesito ganar más dinero, así que estoy buscando empleo de lo que sea para mejorar mis ingresos.
Por supuesto, pensé que mi ex amiga me podría ayudar ya que ella conoce mucha gente. Estoy segura que debe tener el contacto de la persona adecuada para contratarme. Le escribí nuevamente para que me recomiende dada mi situación actual. Sin embargo, ¿que le importará a ella como estoy después de lo que le dije?, tal vez ni siquiera conteste mi mensaje. Esto funciona así, la gente es tan rencorosa…

Dedicado a quienes pretenden vivir la vida como un juego de azar, en lugar de convertirse en su protagonista.

Imagen de REP   http://www.miguelrep.com.ar/

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